domingo, 19 de junio de 2011

MANIFESTACIONES APOLÍTICAS Y ACOSO A POLÍTICOS...


No debería de existir absolutamente ningún motivo que justifique o permita la violencia. Ni uno solo. Sin embargo, nos guste o no, vivimos en un mundo donde el fin justifica los medios y más aún, en el estrato político. Para verlo, no hay más que fijarse en las guerras y algunos de sus motivos como conseguir petróleo a mejor precio o pagar violencia con más violencia como en el caso del atentado del 11M.

Necesito que quede claro que soy una persona pacífica, que estoy en contra del terrorismo y de las guerras y que sigo creyendo (y lo seguiré haciendo) que no hay justificación alguna para el acoso que sufrieron los políticos españoles, tanto como creo que no tiene justificación alguna la violencia ejercida por la policía en Valencia o Barcelona.

Ahora bien, según la Real Academia Española, el terrorismo es "una sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror". El terror es "un miedo muy intenso" y la violencia es "la acción y efecto de violentar o violentarse". Y para terminar, violentar es "poner a alguien en una situación violenta o hacer que se moleste o enoje". En conclusión, podríamos decir que el terrorismo es también hacer que alguien se moleste o enoje infundiéndole un miedo muy intenso. Y lamentablemente, los políticos han ejecutado una serie de actos que molestan o enojan a un país entero infundiéndoles un miedo excesivamente intenso a perder todo, su casa, su trabajo, todo... Y así como los pacifistas estamos en contra tanto de la violencia física como de la violencia psicológica (que muchas veces hasta puede ser peor) también deberíamos estar en contra del terrorismo con bombas tanto como del terrorismo con leyes y pactos.

La clase política nos quiere hacer creer que la democracia es ir a votar y nada más y sí, supongo que tenemos democracia porque nos gobiernan según la mayoría de votantes pero, en teoría, ese gobierno debe trabajar para todos (votantes y no votantes), para el pueblo y a favor de éste y no para unos pocos empresarios.

Es lógico que el pueblo español quiera ser escuchado, es lógico que quien ve lo que está ocurriendo quiera cambiarlo, es lógico que la gente se enoje. Incluso, es lógico que luego de un mes intentando, día tras día, que escuchen al pueblo, que dejen de ser una clase privilegiada, que dejen de favorecer a unos pocos y que cumplan con el estado de bienestar (que ya parece más falacia que otra cosa), haya unos pocos que opten por el camino de la violencia consecuencia de la desesperación que no es más que la "alteración extrema del ánimo causada por cólera, despecho o enojo". Por supuesto, que sea lógico o de esperar no lo convierte en legítimo.

Sin embargo, la clase política no opta por la reflexión ni por preguntarse la razón de todo esto o a consecuencia de qué se genera. Simplemente, optan por la ilegitimidad del asunto y se respaldan en eso para seguir sin hacer nada que valga la pena. Igual que su pueblo, que tampoco se pregunta cómo llegamos a esto ni si tiene parte de culpa o no, que vota a delincuentes con causas penales abiertas o directamente no se presenta a votar. Porque sí, es hora de aceptarlo, nosotros también tenemos culpa... la culpa de saber el error y saber el final pero ver el beneficio cercano y aprovecharnos de él sin tener en cuenta las consecuencias.

Esto me recuerda al 1 a 1 argentino (cuando un peso valía un dólar). Todos sabían que iba a acabar mal porque era una mentira grande como una casa. Pero de momento, los beneficiaba... era más fácil comprar casas (porque valían menos), se podía viajar por el mundo entero y sentirse un rey y aunque falacia, en su momento parecía perfecto. Hasta que se cayó el castillito de arena y los bancos que recibían pesos querían sus dólares y todo se pesificó de golpe y con las consecuencias que eso traía. La gente perdió todo su dinero en el banco y de golpe todo valían en dólares pero los sueldos eran en pesos. Y todo se fue al traste... pero no se quejaron cuando se hizo el 1 a 1, lo permitieron, lo festejaron y sólo se quejaron cuando se deshizo. Lamentablemente, la historia de la burbuja inmobiliaria y las hipotecas no es muy diferente.

Ahora todos tenemos que pagar las consecuencias y perder lo que toca pero no perder todo como está pasando ahora. No hay que beneficiar a nadie. Si todos, pero todos, todos, perdiéramos un poco de lo que tenemos, sólo un poco y en función de lo que tenemos, ninguno estaría obligado a perder tanto y mucho menos todo.

Habrá que ver si la clase política y los grandes empresarios se dignan a ejercer el mayor bien para la mayoría, como deberían. Ojalá los pocos violentos no manchen estos vientos de cambio y todos nos dignemos a escucharnos.

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